Mucho se ha hablado de la sonrisa; se le cataloga como la demostración
física más utilizada y mejor identificable, protagonista de las emociones más
positivas: Alegría, regocijo, felicidad, empatía… ¡me quedo corto al tratar de
enumerarlas!
Pero de seguro lo que no sabían es que la sonrisa, a
diferencia de todas las demás expresiones faciales, tiene una muy popular
versión ‘diplomática’; es decir, una sonrisa forzada a propósito.
Podríamos aventurarnos a afirmar que no es tan común ‘aparentar’ enojo,
tristeza e incluso asombro… Y sin embargo a diario sonreímos constantemente sin
‘sentir’ las emociones que acompañan a esta expresión.
- La sonrisa falsa: muchas
veces vemos una boca sonriendo inequívocamente… Pero los ojos no la siguen; se
mantienen como extraviados o fuera de lugar, y es que la ausencia de su
“entornamiento” sólo indica que estamos forzando una sonrisa diplomática, sin
emoción.
- La ‘no-sonrisa’ asimétrica: le
llamo no-sonrisa porque… Bueno, no es una sonrisa; aún así, el ojo no entrenado
es susceptible de confundirla. Sólo una de las comisuras de los labios se
tensa, presentándose una mueca unilateral. Esto no es sonreír, ni siquiera es
un intento de ser empático… Es una expresión clásica de desdén o desprecio.
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